
Se nota bastante que he estado desconectado un poco de la gran red, de mis sitios de ocio y demás… Todo por enfocarme mucho más en mi entorno laboral. Nunca había tenido una agenda tan apretada: estudiando cuestiones de mi mismo sector y adquiriendo experiencia bajo el nuevo cargo (teniendo en cuenta que hice transición de una empresa a otra, por lo que logré homologar poco) por ende el estado AFK.
La cuestión es que, a pesar de mi ausencia en la gran red, gracias a mi feed RSS he estado desentrañando poco a poco lo que sucede en la red y en las comunidades que usualmente sigo. De ahí a que, en su momento, leyera una noticia que me dejó un poco… hmm, sí, prácticamente sin palabras (jaja). Y es que leía sobre la “muerte de 4Chan” tema que no podía asimilar en mi cabeza. Suficiente tuve en su momento con la muerte de Hispachan, que básicamente era el homólogo de 4chan, aunque en este caso dándonos nuestro espacio en español, y el cual terminó por la avaricia. Quizás… quisieron sacarle el jugo, pero algo de ese estilo se aleja bastante de cualquier modelo comercial y, por lo tanto, “rentable”, dentro de una comunidad modesta, poco tolerable, que aleja a cualquier marca.
Incluso, técnicamente se convierte en un desafío, porque ni siquiera una compañía de hosting promedio se atrevería a alojarte por el riesgo que eso implica, por más que pagues jaja… Es un tema interesante y extenso sobre este tipo de plataformas inusuales.
¿Qué es 4chan/Hispachan?
Hablar de 4chan es, de algún modo, como intentar explicar el caos con palabras. Nació en 2003 de la mano de un adolescente —moot— como un simple tablón de imágenes inspirado en el japonés 2channel, pero con el toque occidental necesario para que se convirtiera, con el tiempo, en la cuna de muchas de las culturas más bizarras, perturbadoras y, al mismo tiempo, influyentes de internet. Si alguna vez viste un meme antes de que fuera meme, probablemente salió de ahí. O peor: nació, fue diseccionado, ridiculizado y deformado en alguna de sus boards.
En lo técnico, no es gran cosa: un tablón anónimo con estructura de hilos que se borran automáticamente con el tiempo si no reciben atención. No hay cuentas, no hay “me gusta”, no hay métricas, ni nada que pueda alimentar el ego. Y quizás por eso, ahí es donde internet fue más internet que nunca: sin rostro, sin filtros, sin miedo. En /b/, su board más infame, reinaba el caos absoluto. Todo podía pasar. Y muchas veces pasó.
El tema con 4chan es que fue semillero tanto de arte como de horror. Por un lado, nacieron ahí fenómenos como Rickroll, Pepe the Frog, Anonymous, y toda una estética de internet basada en lo irreverente. Por el otro, fue (y sigue siendo) el patio trasero de muchos eventos turbios: filtraciones masivas de celebridades, campañas de acoso coordinado, teorías conspirativas cocinadas a fuego lento, y una cultura de trolleo elevada casi al nivel de religión.
Es ese rincón incómodo de internet que muchos niegan visitar, pero cuya influencia se nota en casi todos los rincones de la web moderna. 4chan es lo más cercano a una cloaca mágica: sucia, anónima, pero inevitablemente creativa.
¿Y Hispachan? Hispachan fue el intento más sólido de traer esa esencia al mundo hispano. Un 4chan en español, con sus propias boards, su cultura memera, sus trolleos localizados y, cómo no, sus polémicas. Aunque más modesto y de nicho, logró construir una comunidad que, para bien o para mal, también marcó una época. Su caída, como muchas cosas en la red, se debió más a errores humanos y codicia que a falta de apoyo. Una comunidad incómoda para muchos, difícil de monetizar, pero con esa magia cruda que solo tienen los espacios realmente libres.
Teniendo en cuenta todo este contexto, vamos a lo primordial de por qué fue escrito este artículo:
4chan: Entre la caída y el renacimiento
A mediados de abril de 2025, 4chan, ese rincón oscuro y anónimo de internet, sufrió un golpe que muchos consideraron mortal. Un grupo de usuarios de Soyjak.party, un imageboard rival, se atribuyó un hackeo que expuso la infraestructura obsoleta del sitio, incluyendo código fuente, correos electrónicos de moderadores y herramientas administrativas . La brecha reveló que 4chan operaba con software desactualizado, como versiones antiguas de PHP, lo que facilitó la intrusión.
La magnitud del ataque fue tal que el sitio estuvo fuera de línea durante casi dos semanas. Durante ese tiempo, se especuló sobre su posible desaparición definitiva, especialmente tras la filtración de datos que comprometieron la privacidad de usuarios y administradores.
Sin embargo, contra todo pronóstico, 4chan resurgió. En un comunicado, los administradores admitieron la gravedad del ataque y anunciaron medidas para reforzar la seguridad, como la desactivación de cargas de archivos PDF y el cierre permanente del tablero de Flash . Aunque el sitio volvió a estar en línea, quedó claro que su estructura necesitaba una renovación profunda.
Este episodio dejó al descubierto las vulnerabilidades de plataformas que, como 4chan, han sido pilares de la cultura de internet, pero que han descuidado su mantenimiento técnico. La pregunta que queda es si este renacimiento será sostenible o si es solo una pausa antes de una caída definitiva.
Lo que 4chan significa hoy (al menos para mí)
Muy a pesar de lo que he estado leyendo en muchos otros sitios —que es mejor muerto que vivo, que nada se pierde, que realmente es el vertedero de internet— pues… sí y no. Es una parte fundamental de la cultura digital. Más allá de su lado oscuro, es algo muy nuestro. De hecho, no es que tenga partes horribles y detestables que requieran censura por parte de los gobiernos. Nada de eso. ¿Saben por qué? Porque el sitio en sí es un reflejo de nosotros como sociedad, tal cual. Podemos tener cosas dignas de admirar y otras que no tienen ni pies ni cabeza, en total declive.
En este aspecto, soy optimista, porque cuando la comunidad se esfuerza, logra grandes cosas. Como cuando, en su momento, querían enviar a Justin Bieber a cantar a Corea del Norte, lol, un clásico (pésimo ejemplo). El mejor ejemplo, quizás, se da con el surgimiento de Anonymous y sus incansables luchas contra la industria. Solo los más antiguos, la comunidad de huesos amarillos, lo recordarán.
Hoy por hoy, 4chan ya no es ese fuego incontrolable que fue en sus años dorados, pero tampoco ha dejado de arder del todo. Se transformó. Maduró, si es que se puede usar esa palabra para algo tan disfuncional. Lo que antes era un hervidero cultural, ahora es más un espectro: sigue presente, sigue generando cosas, pero con menos fuerza… como esos lugares que alguna vez estuvieron llenos de vida y ahora solo guardan ecos.
Lo curioso es que muchas de las ideas, bromas y hasta formas de ver el mundo que salieron de ahí hoy se pasean por redes “normales” como Twitter, Reddit o TikTok, domesticadas, sin alma. El alma se quedó allá. En el anonimato, en el caos, en ese rincón en donde nadie esperaba reconocimiento, solo liberar algo de lo que llevaban dentro.
Quizás por eso duele un poco ver lo que se perdió. No porque fuera perfecto (ni remotamente), sino porque representaba algo que rara vez encontramos: un espacio sin algoritmos ni postureo, donde el valor de una idea no lo dictaba un número de likes, sino si era tan buena o tan absurda como para sobrevivir entre hienas.
Y ahí es donde entra mi nostalgia. Por 4chan. Por Hispachan. Por esos espacios que no eran cómodos, (“eran” porque muchos de ellos se quedaron en el camino) pero sí reales. Porque a veces, lo más sucio es también lo más honesto.
