¿Cuántas veces no hemos escuchado y/o leído aquel refrán? Mismo que es de total misterio su autor original o por lo menos yo estuve buscando por todos los rincones de Internet sobre este y no encontré nada al respecto más que miles de medios utilizándolo como título para dar una noticia en donde se represente algún mal en donde hubo alguien con falta de consciencia y nula paciencia.
Una frase tan potente, qué sin mucha cantidad de palabras de por medio puede llegar a transmitir demasiado, es el caso qué nos indica de qué: nos tomemos un momento.
Hoy en día vivimos en el “caos del tiempo” o así lo llamo yo, misma representación general de toda la población en donde a todos nos falta tiempo, incluso podríamos emplear de referencia la película “In Time- El precio del mañana”. En sí, no nos damos cuentas que a todas horas andamos con prisas, siempre tenemos cosas pendientes por realizar, sin decir que hay que cumplir con una cuota de satisfacción en el trabajo que termina siempre por acumularse por falta de tiempo, nada de los sacrificios que realizamos sirve de algo, ni siquiera levantarse más temprano, ni siquiera extendiendo nuestra jornada laboral, nada de ello y la cuestión es que poco a poco nos va consumiendo.
Siempre escuché a mi madre decir el refrán que “No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy”. Asimismo queremos realizar todo a las carreras (o deprisa, según de donde me leas) aunque eso nunca termina bien, de hecho siempre termina mal, la prisa nunca conduce a algo bueno… desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, nuestro cuerpo parece una máquina automatizada, cumpliendo un sin fin de propósitos el cual, o no terminamos de cumplir o simplemente lo terminamos a medias (por cumplir); ya ni siquiera podemos tener paz durante la cena porque estamos liados pensando cuál será la mejor decisión a tomar según el trabajo que estemos realizando.
Podrás sentir que lo siguiente que te voy a decir es algo muy hippie/rasta, pero tenemos que relajarnos, estar más tranquilos, bajarle un cambio de velocidad, ¿cuántas personas no terminan con crisis nerviosas? ¡Incluso infartos! Por lo mismo, básicamente terminamos enfermandonos por llevar una vida totalmente de ajetreos. Sinceramente, hay que comprometerse a colocar un “Stop” y tener claro cuando es el momento justo para parar, centrarse por un momento, un buen respiro y con la mente fría tomar la siguiente decisión.
Últimamente, he tenido situaciones muy desagradables de camino al trabajo, en donde hay personas que por siempre andar deprisa, se saltan los semáforos en rojo, no respetan las cebras de peatones e incluso hay motos que se suben a la acera y si… toda una locura que es totalmente ilegal, pero acá en Colombia el tercer mundo nos absorbe, hay leyes que no se hacen respetar y asimismo la cultura ciudadana ha estado en decadencia. Gracias a lo que les he comentado anteriormente he tenido días de bastante riesgo de camino al trabajo o a la casa, viceversa, al parecer hay gente que no quiere llegar sano y salvo a casa, ¿cuántas noticias no veo al día sobre accidentes de motos o coches en la autopista? Son incontables. De hecho, trabajo en un sector que tiene vista a una de las autopistas más transitadas de mi ciudad, por desgracia he tenido que presenciar varios accidentes fatales y eso me motiva aún más en NO comprarme una moto e incluso estar más alejado de lo posible de algún vehículo… suena algo mimado encerrarse en dicha burbuja de protección, pero las cifras hablan por si solas (hay les anclo alguna) y agrego “Cada 20 minutos hay un incidente vial en Medellín”.
Y bueno, dicho refrán aplica para todo en la vida, de hecho esa es la finalidad y con la que yo mismo me he comprometido. A medida que me hago más mayor voy entendiendo qué significa la calma, qué significa la paz y muchas otras cosas, es un compromiso difícil de llevar, por obvias razones, mientras tú la cumples, otros la incumplen, pero no es una justificación razonable para salir de tu psique de control… finalmente he puesto el “Stop” para bajar un cambio a mi intranquilidad.
Muchas veces me crucé con gente que me reto y sin mediar palabra terminamos a los golpes o incluso terminaba discutiendo con gente en el trabajo por cuestiones triviales en las que me hacían partícipe, justo eso fue lo que me canso poco a poco y entendí en que debía tomar un suspiro y con total calma: brindar una solución civilizada.
Y a ti, quién lee esto, te pregunto ¿no quieres llegar a casa? Estoy seguro de que hay alguien que te espera, tómatelo con calma.
Aprovecho para enlazar una campaña que nunca está de más
A veces, un abrazo es todo lo que necesitamos.
Abrazos gratis es una controvertida historia de la vida real de Juan Mann, un hombre cuya única misión era tender la mano y abrazar a un extraño para alegrar sus vidas.
En esta era de desconexión social y falta de contacto humano, los efectos de la campaña Free Hugs se volvieron fenomenales.
“Vivía en Londres cuando mi mundo se puso patas arriba y tuve que volver a casa. Cuando mi avión aterrizó de regreso en Sydney, todo lo que me quedaba era una maleta de mano llena de ropa y un mundo de problemas. Nadie que me dé la bienvenida, ningún lugar al que llamar hogar. Yo era un turista en mi ciudad natal.
De pie en la terminal de llegadas, viendo cómo otros pasajeros se reunían con sus amigos y familiares que esperaban, con los brazos abiertos y caras sonrientes, abrazándose y riéndose juntos, quería que alguien me estuviera esperando. Para estar feliz de verme. Para sonreírme. para abrazarme
Así que conseguí un cartón y un marcador e hice un letrero. Encontré la intersección peatonal más concurrida de la ciudad y sostuve ese cartel en alto, con las palabras “Abrazos gratis” en ambos lados.
Y durante 15 minutos, la gente me miraba fijamente. La primera persona que se detuvo, me tocó en el hombro y me dijo que su perro acababa de morir esa mañana. Cómo esa mañana había sido el primer aniversario de la muerte de su única hija en un accidente automovilístico. Cómo lo que necesitaba ahora, cuando se sentía más sola en el mundo, era un abrazo. Me puse de rodillas, nos abrazamos y cuando nos separamos, ella estaba sonriendo.
Todo el mundo tiene problemas y seguro que los míos no se han comparado. Pero ver a alguien que alguna vez frunció el ceño, sonreír aunque sea por un momento, siempre vale la pena”.
(enlace por si no se visualiza correctamente https://youtu.be/vr3x_RRJdd4)