Tratando de ser menos imprudente cada día

Gente, recientemente actualicé mi SOAT (Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito), por lo que puedo confirmar que he cumplido un año con mi motocicleta Hero Xpulse 200 4V. Coloco todos los datos porque sé que alguien tendrá la duda o lo preguntará en algún momento; así que, de una vez, no me reservo los detalles. El caso es que este artículo podría arrojar algo de luz sobre las inquietudes que me expresaron cuando escribí por primera vez sobre mi moto.

Ahora, después de un año y con aproximadamente 7.000 km, creo que tengo la suficiente experiencia para escribir del tema.


En una de mis choco aventuras.

¿Cómo me ha salido la moto?

Sea cual sea el tema que trates sobre tu moto, si es nueva, siempre alguien va a preguntar: “¿Cómo te ha salido la moto?” Ya me acostumbré tanto a esa pregunta que trataré de dar datos claves sin extenderme demasiado.

Actualmente voy por los 7.000 km. Se supone que el rango de riesgo aparece alrededor de los 12.000 km, donde muchos propietarios de esta moto han notado fallas en el culatín, la válvula de contrabalanceo y el monoshock. Teniendo eso en cuenta, y aunque he superado varios de los “fallos comunes”, aún me espera la etapa más crítica, de la cual espero salir bien librado.

Fallos breves: durante todo este kilometraje he tenido fallos menores. No han sido costosos, pero sí demandan paciencia. Uno de ellos fueron las revoluciones altas automáticas, que corrigieron con una actualización en el taller.
Otro fue una fuga de aceite a los 500 km, que sellaron cambiando el empaque (el de fábrica es bastante deficiente). Tiempo después volvió una leve fuga: no goteaba, pero “sudaba” aceite. Lo corrigieron reforzando el sellado del motor. No me costó nada, pero perdí tiempo en revisiones explicando el problema.

Otro fallo fue el bendito pito o bocina. Anduve bastante tiempo sin ella; se calentaba y dejaba de sonar.
¿Lo peor? Ningún mecánico de los talleres oficiales supo encontrar la causa. ¿Cómo lo solucioné? Con ayuda del amado Internet. Busqué y encontré que a otros les pasaba lo mismo: el diseño de la bocina traía un alambre ligeramente separado. Al acercarlo y ajustarlo, todo se solucionó… como por arte de magia. Jamás volvió a fallar.

Fuera de eso, no he tenido más problemas, y espero no tenerlos.
En las comunidades sobre esta moto se ha visto de todo; su popularidad ha caído bastante, y creo que la culpa recae en los directivos de la marca, que no dan la cara ni publican circulares claras sobre las fallas ya corregidas. Por ejemplo, todo lo que mencioné antes son cosas pequeñas, pero —por el precio— creo que no se justifican. Uno compra un producto nuevo, probado y certificado; por ende, debe demostrar calidad.

¡Ah! Casi me hacen matar los del taller… ya se me iba a olvidar.
En el último mantenimiento, hace un par de meses, mandé a un amigo a llevar mi moto al concesionario oficial para su respectivo servicio. Luego él debía llevármela al trabajo para que yo la usara al salir. Pero no contaba con que, al salir y frenar durante el trayecto… la moto no frenaba.
Por más que pisé, nada. Se me subieron los nervios a la garganta porque me vi estrellado. Por suerte, el mismo motor reguló la velocidad y logré detenerme. Al bajarme, vi las mordazas del freno totalmente sueltas, colgando. Mis amigos me dijeron después que tuve suerte de que no se enredaran en la llanta, porque habría sido una caída fatal. ¿Qué hice? Ir al taller, furioso, con ganas de insultar al mecánico, pero la forma en que me atendió y me pidió disculpas me hizo preferir dejar las cosas así.

Costos, negocio y sombras

Las sombras detrás de una motocicleta son muchas, y más si no se tiene experiencia.
En mi caso, como primerizo, creí que ahorraría más con este medio de transporte… y la verdad es que sí, pero no tanto. 

Si comparo lo que gastaba en transporte público entre el trabajo y la casa, mensualmente ascendía a unos 80.000 mil pesos COP(tirando bajo). Cuando trabajaba más lejos, gastaba más de 100.000 COP.
Con la moto, solo tanqueo una vez al mes por unos 45.000 mil pesos COP, y eso que uso gasolina extra. Mis amigos aun así dicen que es caro, aunque usan corriente, que es más barata. Hay ahorro, sí, pero a la larga la moto pide. Cada tres meses, aproximadamente, tiene su mantenimiento obligatorio para conservar la garantía. Ahí está el negocio.

Su lema es: “Tu Hero cuenta con 4 años o 50.000 km de garantía, la más extensa del mercado”.
Pero la realidad es que, aunque no muevas la moto, debes asistir a los mantenimientos por caducidad: a kilometraje o por tiempo (lo que ocurra primero). Eso me parece engañoso. Muchas veces ni alcanzas el tope de kilometraje y ya tienes que entrar a otro mantenimiento, pagando insumos que no son precisamente baratos. Por lo tanto, hay que invertirle dinero sí o sí.

Uno cree ingenuamente que comprar un vehículo solo implica tener la proyección financiera, pero no: ojalá fuera tan fácil. Detrás están los seguros, los derechos de vía, los impuestos regionales y municipales… pagos que se supone sirven para mantener las carreteras, pero en la práctica ese dinero no se ve reflejado. Además, hay que tener un mínimo de conocimiento en mecánica si no quieres que te estafen: que te vendan accesorios baratos como caros, que te cobren de más, o que te dejen varado y luego el mecánico te saque una buena suma. Si algo he aprendido es —y suena feo— a desconfiar del mecánico. No conocía labor más propensa al abuso, aunque sé que hay excepciones honestas.

Aun así, sigo desconociendo muchas cosas. Todavía temo quedarme varado, y más en carretera, sin poder recurrir a nadie. Este mundillo de las motos es un dolor de cabeza… aunque también es diversión pura. Las horas de libertad compensan los problemas.

Mi máquina en ruta, descansando después de tanto lodo.

Sombras más grandes

Les conté en el primer artículo sobre la moto que, al inicio, me costó mucho adaptarme; me caí varias veces por su peso y torpeza de principiante.
Otra sombra: los accidentes. A un par de meses de comprarla, tuve uno.
Iba cruzando una intersección con precaución —siempre me da miedo andar en ciudad—, era de noche, y creí que podía girar o evadir un poco la zona para tomar mi carril. Todo parecía despejado, y de repente, ¡pum!: un vehículo me golpeó y salí volando. Su capó quedó abollado de un costado, pero no pasó a mayores. ¿Culpas? A día de hoy, casi un año después, no lo sé. Creo que fue compartida.
El conductor, sospecho, iba usando el celular. Yo, quizá, tomé un tramo prohibido. Después visité el lugar y vi que todo lo que hice fue correcto… pero en ese momento quedé en shock. Le entregué mis datos y él se fue. Hasta hoy no tengo ningún requerimiento, aunque sigo con esa psicosis latente.

Según investigué, los plazos legales son:

  • 6 meses para procesos penales.
  • 1 año para reclamaciones civiles.
  • 3 años para sanciones administrativas.

Ya agoté los dos primeros. Me falta superar el tercero.
La ansiedad de que algo resurja es fuerte, pero toca buscar tranquilidad.

Todos somos imprudentes

El punto de este artículo es simple: todos somos imprudentes.
Por más diversión que brinde conducir una motocicleta, no quedamos exentos de la enorme responsabilidad que implica. No es solo comprar y ya; detrás hay un peso moral y material.
Varias veces me he arrepentido, pero luego recuerdo los lugares que he conocido gracias a mi moto, las experiencias vividas… y se me pasa.

La conducción es un acto de riesgo.
Solo en Antioquia, en 2024, se registraron 1.093 muertes por accidentes de tránsito, de las cuales 682 fueron motociclistas. En 2025 hay una leve reducción, pero aún no hay datos definitivos.
Por eso, el mensaje es claro: debemos ser prudentes. Todos, en algún momento, cometemos una imprudencia.

Yo, después de autoanalizarme, sé que soy uno de esos.
He cambiado carriles bruscamente, me he confiado en la velocidad, me he cruzado sin observar.
Hoy manejo con más calma, pero muchas veces llego a casa pensando: “¿Cómo carajos evité eso?”
Me he salvado por reflejos, por suerte, o por puro instinto.

Y no siempre somos nosotros el problema: muchas veces, el peligro viene de los demás.
Por eso, jamás olvido lo más importante: manejar a la defensiva.
Si tú no eres el problema, otro lo será, y tendrás que reaccionar más rápido que él.
En fin, vengo a desestresarme del trabajo escribiendo un poco, y a compartir algo distinto de lo que suelo publicar últimamente.

Quizás a alguien le sirva, o al menos le deje algo para reflexionar.

Como siempre, gracias por leer.

Soy yo disfrutando un día de ruta.

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