Ayer, como todos los días viajo en el transporte público hacia casa, pasadas las 6:45 PM estoy llegando a la estación final y por mi mente únicamente pasa el deseo ínfimo de tumbarme en cama y tener un muy dulce sueño, tanto que podría quedarme por días en él y no querer regresar hasta que crea que es suficiente, quizás nunca, bueno… es lo con lo que fantaseo hasta que me toca que caminar durante 15 minutos para llegar a casa. Misma rutina todos los días, siguiendo masas de personas que también se dirigen hacia sus hogares, sus expresiones en sus rostros no dicen nada más que; tristeza, frustración, cansancio, rabia y un sin fin ¿yo que expresaría? Me imagino que más de lo mismo.
Se hace el trayecto a casa tan cotidiano que siempre nos cruzamos con una que otra persona guay con la cual chocar los puños y darse las buenas tardes, como todos los días, aun sin que nunca nos hablemos, pero dicho transcurso diario hace que ya se convierta en un momento de “confianza” ya comienzas a distinguir ese pequeño pedazo de “vida” de ese alguien. En fin… comienzo a aumentar el paso mientras mi corazón dice ¡cálmate, por favor! Pero mi fantasía por colocar mi alarma y que diga que me quedan más de 8 hrs de sueño simplemente me excitan.
Todo parecía tan bonito hasta que llegas a casa y solo te enteras de tristes historias o de esta forma es como le llamo a los malos acontecimientos que tuvieron mis familiares en todo su día, son cosas que suelo ignorar tanto porque no tengo empatía y no me suele interesar, como también porque soy de los que tiene 0 interacciones personal con sus familiares, no quiero que nadie entre en mi mente y descubre mis debilidades, no tanto como la de ellos que siento que solamente son unos adultos llorones que se cansaron de tener responsabilidades. En fin, se suele sentir el choque de ideas, es un desafío no terminar mal y que me vaya a cama furioso, con ganas de poder irme rápido a trabajar para no verles.
Un caos, verdad.
Aun de este modo, logró mi paz mental y mi máxima excitación personal para entrar en el circuito ínfimo de sueños, el lugar perfecto donde tengo una vida perfecta con gente perfecta y momentos perfectos, todo muy loco ¿verdad? Pues para ello son los sueños.
¡¡¡DESPERTAD HIJUEPUTA!!! Retumba en mi mente mientras la alarma suena y es que hasta ahí me ha llegado lo más delicioso de mi mentalidad, es donde me debato entre colocarme de pie o seguir tumbado, yo mismo me aliento “¿quieres ser un mediocre?”, “vamos a conquistar al mundo” y etc. Me coloco de pie, tambaleándome de lado a lado hasta llegar al baño para cumplir con el protocolo de aseo, luego recibir el desayuno de mi madre sin ni siquiera mediar palabra y quizás si estoy de buenas no lancé una indirecta donde de a entender que se necesita más dinero, más y más ¡nunca es suficiente! Es desde ya, generar el mal genio y hacer que me sienta utilizado, solo traído al mundo para ser un maldito obrero esclavo de un sistema y ¿la recompensa? El absurdo.
Ya saliendo de la casa y aun sintiendo que no valgo nada empiezo a dejar por el camino los sentimientos que me vuelven débil para así poder ejercer mi trabajo con total normalidad, como el tipo duro por el cual me reconocen. Ya en el transporte público siento el mismo agobio de siempre, mucha gente encima, todos tan inquietos, bullosos, mal educados y bueno, se ve un poco de todo, ahora está de moda el “acoso” entonces no puedes ni mirar a una mujer por más de 10 segundos porque ya la estás acosando y mereces ser denunciado y desprestigiado por todo el mundo, en fin, falacias feministas que aprovechan casos aislados dentro del transporte público para de esta manera ellas adquirir más “voz” y hacer que su patético movimiento tenga sentido. Con todo esto encima, se larga a llover, como si la tormenta de mi vida no me acompañara ya a todos lados, mejor dicho, otro día donde llegaré con los pies mojados porque la maldita sombrilla no funciona cuando llueve en paralelo ¡ha fallado el sistema! Ja, ja, ja
Es llegar al trabajo y dar un cambio drástico, lidiar con gente con poder y adinerada es patético, ellos no pueden hacer nada por su cuenta, todo tiene que ser con ayuda, supervisados o bajo control, sacarlos de su zona de confort les genera demasiada ansiedad, entonces en mi trabajo todo el tiempo tengo que ser alguien diferente… una nueva personalidad, una donde sea: cortes, empático, amigable, educado y todo eso “políticamente correcto” aunque es imposible no pensar “idiotas” y sentirme idiota a la vez por tener que arrodillármele a alguien por dinero, así es el maldito sistema, donde seamos un servicio más para las personas que tienen con que pagarlo, nosotros mientras tanto cumplimos con dar el servicio para llevar comida a casa… en fin, sin importar las condiciones personales es dar la mejor cara y decir ¡Buenos días!