Este era un artículo que quería escribir hace bastante tiempo, pero las circunstancias de la vida todavía no me permitían cantar «victoria». Parecía ser demasiado pronto, pero tampoco demasiado tarde. ¿Por dónde comenzar? Es un enjambre de problemáticas que tengo que exponer una a una para que tenga sentido el final. Por lo tanto, no está de más recordar que este es un escrito de carácter personal, un poco para desahogar mi espíritu. Si me sueles leer por la tecnología, entonces omite leer esto.
El principio del todo
Corría el mes de marzo y ya llevaba yo alrededor de 4 meses ocupando el nuevo cargo que me fue propuesto debido a mi interés y conocimiento en el área. Además, llevaba ya un año desarrollando funciones en el activo y esta era una oportunidad que parecía muy caída del cielo. Aunque la mejora no se hizo esperar, también comenzaron a surgir los contrapuntos. A pesar de que aumentaba un poco mi sueldo, pues la responsabilidad doblaba la función y el cargo en sí traía más de un disgusto de fondo.
Empecé a notar cómo algunos de mis compañeros, con los que comencé desde cero, adquirieron recelo ante mi ascenso. Como no, en el desarrollo de funciones de liderazgo, coordinaba todo el equipo operativo, por lo que les podía dar instrucciones concretas. El caso es que, el equipo de trabajo se transformó: la mayoría de ellos se fueron a cumplir otras funciones, otros ascendieron a otros cargos diferentes dentro de la misma área y demás. En sí, parecía que todos íbamos a la «par». Todo lucía muy agradable y era la mejor época de mi vida. Todo parecía brillar… y eso que llevaba poco tiempo de independencia, por lo que claramente se sentía que la vida por fin me sonreía.
No sabía la tormenta que se aproximaba... Y así fue, una compañera del mismo cargo (en mi zona siempre trabajamos de a tres) renunció porque encontró una mejora oferta de empleo, era la más antigua del lugar, eso automáticamente abrió la brecha a una nueva contratación para nuevamente equilibrar el grupo, rápidamente encontraron a alguien, una chica con aspecto dócil, se notaba bastante pasiva y durante los primeros días de inducción lograba mantener mucho el ‘buen carisma’, tanto que transmitía confianza.
El diablo hecho mujer
Pasando solo una semana, la cosa comenzó a ponerse tensa en mi equipo de trabajo. ¿Cómo puedo describir a esta chica? En realidad, era una combinación de todo: muy doble cara, lenta (en todos los sentidos), orgullosa, mentirosa, falsa, desleal, descortés, problemática, bipolar, engreída, mimada y asolapada (la última es una palabra muy colombiana, no encuentro una definición general). ¿Así que, ¿cómo es posible que puedas mencionar todo eso de una persona? ¿Acaso eres perfecto? No, realmente, todos los meses que conviví con esta persona pude detectar cada una de esas características, demasiado bien.
Al principio, cometía demasiados errores y, al momento de que los jefes la reprendieran, expresaba “No sé”, “Nadie me explicó eso” y así, sucesivamente, dejándonos a quienes le habíamos capacitado mal parados. Tampoco le gustaba cumplir muchas funciones del puesto, por lo general dejaba muchas cosas a medias para que la persona que le recibiera turno terminara de completar la tarea. Su expresión era “Hay, te dejo una tarea para que te entretengas en el turno” y eso de verdad era demasiado molesto. Por supuesto, uno tiene un límite y algunas de esas situaciones parecían estar ocupando toda mi paciencia, pero yo seguía resistiendo, una tras otra.
Debido a ese tipo de inconveniente, logré esclarecer mi mente y empecé a generar informes escritos para dejar como soporte dichas situaciones y más. Tenía dos jefes a los cuales responder, tenía que dejar todo muy claro para evitar cualquier malentendido. Por lo tanto, en total llegué a realizar 5 informes, todos del tamaño de un artículo cotidiano de mi propiedad, en donde fundamentaba todas las malas circunstancias y cómo quebraban los reglamentos internos. ¿Para qué más pruebas y evidencias? Todos dirían que eso era más que suficiente y sería una base sustentativa perfecta para que los jefes le iniciaran proceso a esa persona. Pero nada de eso… Di con los jefes más madres de toda la ciudad e incluso, pude notar cierto «carisma» entre ellos y algunas insinuaciones particulares, cosa que jamás pude demostrar y tampoco puedo afirmar con toda seguridad. En fin, el hecho era que toda mi sustentación y soporte quedaban invalidados ante las respuestas vacías de una mujer. Y sí, puede sonar algo feo, incluso algunos dirán «machista», pero era más que evidente, que alguien en todas las reuniones de ajuste de cuentas se salvaría con solo llorar y decir «créanme» con 0 soportes de por medio.
La cuestión es que hubo un punto en el que, pasé a ser el malo de la película, según esta chica, expresaba ante mis jefes lo horrible que yo era, incluso afirmando que yo le gritaba, le acosaba laboralmente y demás, cuando nunca fue así. El traspaso de turno promedio era yo llegar:
- +Buenos días, ¿hay alguna novedad?
- -No.
- +Listo.
Y ya, no generaba más diálogo para evitar cualquier malentendido. Bueno, algo que sí tengo que aceptar es que en algún momento tuve tanta impaciencia que pude no hacer mi trabajo correspondiente. Me explico: normalmente ella llegaba 40 minutos después de la hora normal de ingreso establecida y, peor aún, tenía que esperar que se cambiara y, aun así, con esa pérdida de tiempo, tenía que explicarle punto por punto casi con plastilina porque era muy lenta para procesar la información. Debido a eso, hubo momentos en los que prefería acortar lo más mínimo de información para salirme rápido de ese rollo e irme. Entendía que entre menos contacto tuviera con ella, mejor.
La solución de los jefes fue hacernos firmar un documento en donde ambos nos comprometíamos a mejorar y trabajar en equipo. Cuestión que, funcionó durante un tiempo de forma falsa, ambos sabíamos que no nos caíamos bien, pero aun así hacíamos lo más profesional posible para realizar las respectivas labores. Bueno, eso es parte del trabajo, ser transparente y profesional. Se suponía que con dichas características en mente, todo marcharía fenomenalmente, pero no.
Al tiempo me comencé a enterar de que la chica era la más comunicativa que podría haber conocido en mi vida, por no decir chismosa. Comenzó a repartir todos los inconvenientes que ambos teníamos con el personal operativo, incluso difundiendo lo mala persona que yo era, inculcando odio y poniendo mucha gente en contra mía para que finalmente me sacaran. Estuvieron a punto de darme de baja, de eso se trató mi último informe, en donde con pruebas demostraba toda esta situación con esta señora, pero ¿adivinen qué? Al momento de rendir cuentas nunca reconocía su fallo, siempre se lavaba las manos exponiendo a otras personas tratándose de sacar en limpio. Gracias al cielo, uno de mis jefes comenzó a recobrar cordura y empezó a ver que el problema realmente era ella. Aunque su salida estaba constantemente en discusión debido a que tenía demasiados fallos operativos.
Después de la tormenta llega la calma
Estuve al borde de renunciar… No tenía ninguna motivación para ir a trabajar más que mis obligaciones, por lo que siempre estaba indispuesto y con mala actitud. Además, de estar a la defensiva, pasé horas pensando alternativas, a dónde irme o qué hacer mientras adquiría la experiencia correspondiente en el cargo antes de irme, pero no, tuve una «iluminación» que me reflejaba: “Si te vas, estarás confirmando todo lo que afirmaba tal persona”. Por lo tanto, le estarías dando la razón y daría a entender que mi sentido de culpa se vio reflejado en tal renuncia. Por lo que, estaba dispuesto a batallar e irme con toda la artillería, incluso sumando la famosa cita “el fin justifica los medios”, por lo que la tenía muy en mente.
Desde ese primer momento, fui una grabadora andante, todo lo grababa, todo lo documentaba, nada se salvaba de mí y cuando tuve la mayor cantidad de pruebas ante esa persona, mandé a mis dos jefes un gran archivo con todas esas pruebas irrefutables que demostraban que todo el maldito tiempo tuve razón.
Lo más irónico de la vida es que esta chica ya estaba en proceso de eliminación, pero le alentó más su renuncia, el hecho de que mi programación laboral contenía todos los días que ella había solicitado para estar en Navidad con su familia, por lo que, hizo lo imposible porque la cambiaran. Al expresarle desde la empresa que primero debía dialogar conmigo para realizar el cambio, renunció.
No fue una victoria tal y como la esperaba, pero sí cesé ante la batalla y fue una clara derrota. No pudo vencerme y eso me hizo ganar respeto en el área y ser nuevamente la persona con más criterio del dispositivo. Con gusto le dije “¡Hasta la vista, baby!“
Nota: Debido a que aún queda algo de disidencia en mi lugar de trabajo e incluso hay alguien que sabe que escribo en este lugar, haré el siguiente apartado legal para descartar cualquier uso indebido.
Nota legal
YO, bajo el alías de “GatoOscuro”, único autor de este artículo, declaro explicitamente que el contenido de este documento, conocido como “Gané una batalla laboral de más de 9 meses”, ha sido creado con fines de “liberación emocional y soporte a terceras personas con base en la experiencia”, y no está destinado a ser utilizado como prueba en ningún proceso judicial. Todas las referencias a personas, lugares o eventos han sido eliminadas o alteradas para proteger la privacidad y evitar cualquier posible identificación.
El autor del documento no tiene intención de incurrir en ninguna responsabilidad legal derivada de la información contenida aquí. No se hace ninguna afirmación legal ni se proporciona ninguna prueba de ningún hecho. Este documento no debe utilizarse como base para cualquier investigación o proceso judicial sin el consentimiento explícito del autor.
En caso de que el documento sea utilizado indebidamente, el autor reserva el derecho de tomar medidas legales contra cualquier persona o entidad que lo haya utilizado sin su consentimiento. Esto incluye pero no se limita a la presentación de una demanda por difamación, daños y perjuicios, y violación de derechos de autor.
He firmado este documento libre y voluntariamente, consciente de sus términos y condiciones.
Bro… ¡¡Que gusto saber que fin te libraste de esa situación tan lamentable!!
Desde que comenzaste a contar tus vivencias se notaba que la señorita era una persona tóxica, pero el hecho de que nunca haya querido reconocer sus fallos y que prefiriera renunciar antes de dialogar contigo es un aviso, era malvada y sabía perfectamente que te estaba haciendo daño, en verdad que ser tan desagradable.
Lo bueno es que no se salio con la suya, quedo bien quemada y que tu ya estas mejor.
¡¡En hora buena bro!! 🦾😎
¡Tú siempre tan al pendiente! Gracias siempre por esas dedicatorias de corazón.