Perder una amistad en un abrir y cerrar de ojos

Un día consigues a alguien especial con quien enfrentas desafíos y adversidades, creyendo que es lo mejor que te ha podido pasar, decides depositar toda tu confianza en esa persona, para después darte cuenta de que ha sido un grave error, uno del que no hay recuperación.

Justamente me encontraba leyendo el siguiente poema que quiero plasmar en este artículo:

En Blackwater Woods (Extracto) por Mary Oliver


Para vivir en este mundo
Debes ser capaz
Hacer tres cosas:
Amar lo que es mortal;
Para sostenerlo
Contra tus huesos sabiendo
Vuestra propia vida depende de ello;
Y, cuando llegue el momento de dejarlo ir,
Dejarlo ir.

PD: el texto presentado en esta ocasión es una combinación de diferentes escritos que fueron redactados por mí en diferentes días sobre la misma situación, quizás y solo quizás, carezca de sentido.

Hoy he perdido a alguien especial, alguien que, sin duda, fue mi mano derecha durante algún tiempo en mi zona de trabajo. Quizás fue demasiado rápido en considerarla mi «amiga», alguien en quien podía confiar en esta hostil zona, donde pocos se salvan de las grandes y exageradas lenguas del común. Por ende, se entiende que es de vital importancia reducir la mayor cantidad de interacciones en el lugar… De ahí a que se vea una pequeña luz en esa oscuridad, o eso creía hasta ahora.

Resumiendo bastante el contexto de lo sucedido, me ha pasado lo que siempre temí: La combinación de áreas y zonas de confianza. En mi vida, manejo una escala de privilegios en la que, según el lugar, sé cómo comportarme y cómo actuar. Por lo tanto, mi influencia en el trabajo debe ser diferente a la de “mi calle”. Tengo que actuar de manera profesional, neutral y sin intereses de por medio en mi labor para poder desempeñar un papel de calidad. Llevo ejerciendo esta misión durante algún tiempo. El caso es que deposité privilegio en alguien que no supo diferenciar tales cosas, lo cual me dificultó un poco mi labor. Por lo tanto, le transmití mi inconformismo en privado y esperaba una respuesta sincera, sin entrar en conflicto con nuestra amistad fuera de allí. Sin embargo, él cortó toda comunicación conmigo. Fue lo mejor que pudo haber hecho.

De razón.

Y si… me lo han dicho, soy muy cuadriculado, soy un poco perfeccionista en mi desempeño.

Desleal

Esta tarde me encontraba tumbado en mi sillón mientras escuchaba un poco de doom y reflexionaba acerca de las conexiones, tanto a nivel personal como laboral. Nosotros somos seres, precisamente eso, una vida cargada de interacción.

Aunque esa es una de las características por las que se destaca nuestra «sociedad», también es la más trágica. La vida es un constante tejido de relaciones, tanto con nosotros mismos como con los demás. Estas conexiones son esenciales para nuestro crecimiento y bienestar, pero también pueden ser fuente de dolor y sufrimiento.

En la sociedad actual, nuestra existencia está profundamente influenciada por nuestras conexiones. Desde nuestras relaciones personales hasta nuestras interacciones en el ámbito laboral, nos vemos constantemente envueltos en redes de conexiones. Sin embargo, esto no siempre es algo positivo. A pesar de la importancia de estas conexiones, a menudo nos vemos atrapados en patrones destructivos. Las relaciones personales pueden convertirse en fuentes de conflicto y sufrimiento. La competencia y la ambición en el ámbito laboral pueden llevarnos a olvidar nuestros valores más fundamentales.

De la vida, una tragicomedia: nuevamente me siento traicionado. Lobos vestidos de ovejas, parecen inofensivos, pero apenas bajas la guardia sacan sus garras para destrozar todo lo que se cruce en su camino. En este momento tengo un sentimiento extraño, antes era un poco de tristeza con decepción, ahora paso a sentir una decepción con un porcentaje mayor de aceptación, todo porque sabía muy adentro de mí que esta historia se iba a repetir y seguirá pasando una y otra vez, porque así es la vida. Por más selectivos que seamos y filtremos a quienes nos rodean, tarde o temprano, alguien sabrá pasar esos controles de seguridad para cumplir su cometido y dejarnos ese «vacío» en el que no puedes enojarte más que contigo mismo por permitir tal repetición de decepción social.

Esto es otro nivel, cuando no tienes nada que hacer y no puedes dormir. Abres el balcón, te pones tus audífonos, reproduces algún tema (como “Freaks” de Surf Curse), y miras las estrellas, sonriendo con lágrimas en el rostro, agradeciendo todo lo positivo que te ha afectado.

Al menos sé que no soy tan iluso, y más después de tener tan claro las palabras que yo mismo he pronunciado: “Vive tu vida sin arrepentimientos o vive con tus arrepentimientos por el resto de tu vida”. Siendo coherente, trato de cumplir a cabalidad con lo mismo, aunque… llegó un momento en el que me cerré tan herméticamente, termine aislándome por completo porque no creía en nadie. Ahora, nuevamente, pasa algo similar: llegué a ser un poco más flexible, y eso traía sus pros y contras. Efectivamente, me rodeé de muchas más personas, pero estas solo querían escuchar una sola cosa, algo que les beneficiara en particular, sin actuar nunca con sinceridad. Por lo tanto, mi enfoque era el de pasar por alto dichas actitudes, ignorando lo evidente… Ya no me interesa escuchar sus basuras, sus tristes historias e inseguridades que estaban convirtiéndose en las mías. Fui tan real que me preocupé por ellos sin esperar lo mismo de su parte, pero tuve que poner un punto final.

Las personas a las que me rodeé, aunque deshonestas, fueron mi escape del constante aislamiento y soledad. Ahora me encuentro nuevamente en ese oscuro lugar donde no confío en nadie y he cerrado las puertas de mi corazón. En mi búsqueda desesperada por encontrar autenticidad y amistades sinceras, me encontré con una maraña de falsedad que me sumió en una profunda tristeza.

Al perderme en la multitud de hipocresía y egoísmo, perdí también mi propia esencia. Me transformé en alguien distante y desconfiado, incapaz de creer en las intenciones de los demás. Mi flexibilidad se convirtió en una prisión emocional donde las personas solo buscaban satisfacer sus propios intereses. Me convertí en un espectador indiferente, ignorando las señales de falsedad y engaño que me rodeaban.

Me di cuenta de que, al final del día, solo puedo confiar en mí mismo y en mi capacidad para sobrevivir en este mundo lleno de egoísmo y falsedad. La decepción y la tristeza se convirtieron en mis compañeras más fieles, recordándome constantemente la cruda realidad de la vida. A pesar de todo, continuo mi día a día sin inconvenientes, mejorándome física y mentalmente.  

Y sí… estoy bien, mejor que nunca, reflexiono a niveles impensables en los que mis textos comienzan girar en torno en mí, son lo único que no me abandonan, son la constancia y viva prueba de ese avance interno en el que antes solo podía ocultar y negar; la evidencia misma de la razón que aún me queda.

Imagen sacada de acá.

4 comentarios en «Perder una amistad en un abrir y cerrar de ojos»

  1. c3po dice:

    Buena reflexión y mala experiencia. Quizás me fue pasando algo similar y por eso soy asocial, pero tampoco podemos perder la esperanza en los demás, son siempre necesarios en nuestra vida y viceversa. Pero por supuesto desconfías mucho más y cuesta, cuesta mucho.
    Que mejore eso, Gato.
    Saludos

    Responder
  2. 𝖪𝖭𝖳𝖱𝖮 dice:

    Hola, Gato.

    Buen artículo. Y me resulta difícil en esta ocasión aportar algo interesante, porque sentí reflejos en varias partes de tu escrito. De ambos lados: del lado de sufrir heridas de gente que estimábamos, pero también del lado de darnos cuenta de cuánto valemos, y que ellos se lo pierden (que, en el fondo, no nos merecíamos tan poco).

    En cualquier caso, tenemos que aprender a no etiquetar de amistad a cualquier persona con tanta liviandad. Serán compañeros de trabajo o de estudio, vecinos, conocidos, contactos de Internet, pero de ahí a considerar a ciertas personas como amigos hay mucha distancia (en los últimos tiempos, mayor distancia).

    Esto provoca que nos encerremos más y que volvamos a desconfiar de la humanidad. Lamentablemente, esto termina repercutiendo negativamente en futuras personas que vayamos a conocer; van a terminar pagando la cena, cuando estas nuevas personas quizás SÍ son personas valiosas, pero que nosotros, por nuestra experiencia previa, vamos a poner a prueba injustamente. Ahí es en donde tenemos que aprender a hacer equilibrio. Y nadie dijo que eso iba a ser fácil.

    Al final, la única manera de conocer a las personas es a través de sus acciones y no de lo que dicen. Todas esas palabras lindas que dijeron aquellas personas que parecían amistades, quedarán como un recuerdo (lindo o no). Por eso, las palabras se las lleva el viento.

    Un abrazo felino. 😺

    Responder
    1. Gatooscuro dice:

      Coincido contigo KNTRO, en lo particular siempre trataré de jamás juzgar a un libro por su portada, toca ir a su introducción, analizarla/estudiarla y de ahí sacar una conclusión… lo voy a ir practicando meticulosamente.

      Saludos bro, gracias por todo.

      Responder

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *