Estos últimos meses no han sido los mejores para mí y creo que saben muy bien de por qué y bueno, el cómo va conectado con mi situación sentimental. El caso es que hoy no vengo a escribir precisamente de ello, sino de algo que va seriamente relacionado con ese sentir.
Es realmente preocupante lo que he estado evidenciando durante estos días y cómo todo parece ir conectado e incluso, me atrevería a decir que son grandes influyentes para mi toma de decisiones en el día a día y sí, les hablo del algoritmo. Son una serie de programas que deciden qué contenido mostrar a cada usuario cuando abre su feed de noticias o su página de inicio. Su objetivo principal es mostrar a los usuarios contenidos que les interese y les resulte relevante, basándose en su historial de interacción con la plataforma, los tipos de contenido que les gusta y cómo interactúan con otros usuarios.
Por ejemplo, si un usuario a menudo interactúa con publicaciones sobre deportes, el algoritmo de la plataforma social probablemente mostrará más contenido relacionado con deportes. Si un usuario comenta o reacciona a muchas publicaciones sobre viajes, el algoritmo podría sugerir más contenido de viajes. Esto se hace para mantener a los usuarios comprometidos y pasando más tiempo en la plataforma. Los algoritmos también consideran el tipo de contenido que se comparte, como imágenes, videos o texto, y el momento en que se publica. Por ejemplo, si un usuario está más activo en la noche, el algoritmo podría mostrar más contenido durante las horas nocturnas.
Generalmente, este tipo de mecánicas suelen verse en las diferentes grandes redes sociales, aunque se puede notar en algunas más que otras, por ejemplo: en TikTok y Facebook es demasiado notable, cómo incluso pueden llegar a relacionar contenido de los navegadores y afiliados, realizando recomendaciones publicitarias o sugerencias demasiado cercanas, tanto que podríamos intuir qué nos están «vigilando» aunque en la práctica no es tan así.
Depresión en línea
Lo que verdaderamente me llevó a escribir esto fue cómo una serie de patrones en línea que me hicieron dudar sobre mí mismo. Todo comenzó cuando, después de una gran decepción sentimental, empecé a visualizar vídeos cortos relacionados con la terminación de una relación y también sobre la temática “Doomer”, que siempre me ha atraído. Aunque en esta ocasión pasó algo particular y es que, a menudo que pasaba tiempo «visualizando» ese contenido, más me salía contenido relacionado y me enganchaba bastante. Después, por cosas del destino, en mí feed RSS comencé a leer las noticias y una de ellas reflejaba la confesión de Elon Musk acerca de su consumo de Ketamina para sentirse bien, algo que me atrajo según mi situación y me llevó a investigar más sobre dicha «droga».
La cuestión es que, en la práctica, se me fue recomendado más medicamentos, como la Sertralina, que se dice ser mucho más manejable dentro de los apropiados para tratar la depresión, cuestión que me hizo ir más allá hasta el punto de querer empezar a consumirlo, algo de lo que no me siento tan orgulloso confesando, aunque quería sentirme menos mal. Pero bueno, ese sentir se fue desvaneciendo al ver que tenía ciertas limitaciones para su adquisición, cómo lo es una receta médica y se suman los efectos secundarios que tampoco me llaman mucho la atención.
De cierta forma sé que el algoritmo está ahí presente en mi teléfono y una serie de «casualidades» que empezaron a conectar todo, de allí empecé a consumir mucho más DSBM, ilustraciones y cortometrajes con tintes demasiado depresivos, tan profundos que es imposible no identificarse con ellos. ¿Otra casualidad? Terminar en la oscuridad total escuchando a Psychonaut 4, en donde Graf, su vocalista, tiene gran relación con la alpha-Pyrrolidinopentiophenone, un químico fuertemente contribuyente a suicidios y sobredosis.
La cuestión no es qué, cómo, cuando, sino más bien, darle interpretación de la forma en que todo esto se confabula, cómo cuando estás en un hueco sin salida se van presentando «oportunidades» y relaciones que influyen a acabar con todo o realizarse el mayor daño posible. Ciertamente, no es algo sencillo para débiles de mente, esta serie de «casualidades» puede influir a que se termine muy mal.
No afirmo estar en desacuerdo con este algoritmo debido a que estaría aceptando la «censura» por parte del gobierno o demás organizaciones debido a su «influencia» más bien, resalto algo que es evidente, pero del que la mayor parte del tiempo ignoramos; está ahí… tú lo sabes, yo lo sé.
Y lo más importante es, ¿hasta dónde permitirás que llegue?
Ah, amigo mío, pero qué cobarde soy
¡Pero qué cobarde soy
Que prefiero antes la muerte que aceptar este dolor!
Pues ¡¿De qué sirve que la vida siga
Cuando uno es el viudo que guarda luto a una mujer viva?!
¿Nos consumimos por no amar a fuego a lento
O por dejar que se apagara la llama del amor?
No sé ¡Ahora horrorizado las cenizas contemplo
Y es otro fuego nuevo el que arde en mi interior!
¡Por ella dejé atrás el amor de mi familia
Y me lancé de corazón al vacío de nuestro idilio!
¡Es cierto que ella calmó el dolor del individuo
Pero hoy toda idea salvífica me lleva al suicidio!
Si me mato por amor seré un suicida;
Si la mato por amor, un asesino
Pero nadie más terrible que el que vive sin amor, amigo:
¡Ese ser vive sin estar vivo!
¡Porque si ella no es el amor de mi vida
-y sé que no me equivoqué de amor-
Debí de equivocarme de vida!
Fragmento de la gran obra de Rafael Lechowski – Quarcissus: el arte de desamar.