Si supieras…

Estas noches han sido eternas, ya no duermo como antes. Por más cansado que esté, me despierto en medio de la noche con ciertos pensamientos intrusivos. Ya nada ha vuelto a ser lo mismo, xxxx. De verdad que me ha pegado fuerte tu ausencia. Quise dar un paso al lado y continuar con mi vida sin afectar la tuya, pero ahora me doy cuenta de que te dejé ir muy fácilmente, de lo cual me arrepiento. Me duele pensar que las cosas podrían haber sido diferentes.

Llegué a sentir que siempre fui sincero contigo, pero realmente no dimensionabas cuánto lo sentía. Y créeme, ha sido el suceso que más lágrimas me ha sacado y no entiendo el porqué. Tuve una niñez tan pesada que llegué a madurar tan rápidamente que suprimí e hice a un lado tantos sentimientos, por el mero hecho de ser “menos débil”. Pero ahora me siento la persona más frágil de este mundo.

He llegado a sentir cómo una parte de mí se fue junto a tí y peor aún, se fue para jamás regresar. De eso he leído en algún momento, sobre que “nunca nos cruzaremos con la misma persona”, y pensar eso me aterra porque quisiera volver a cruzarme contigo en algún momento. Siento que te debo algo; es como si necesitara darte explicaciones de algo o simplemente hacer como si todos los sucesos negativos que tuvimos jamás existieron, para luego recostarme en tus piernas y dejar fluir el momento… sentir que todo “estará bien”.

Quizás sea demasiado exagerado afirmar que he perdido la razón de mi existencia. Puede resultar gracioso y/o estúpido para quien no me conozca, pero siento que cuando quieres a alguien, debes entregarte en todos los sentidos, dejar la armadura a un lado para compartir esa parte más humana. Situación por la cual sé que alguno de los dos iba a salir más lastimado (no puedo afirmarte quién), pero parece que uno de los dos no se quitó la armadura del todo.

Consolidando mi punto anterior, xxxx, ¡afirmo que he perdido mi rumbo! Me llené demasiado de ilusiones, quería hacer tanto en tan poco tiempo; es absurdo e ilógico. Te fallé y me fallé a mí mismo… nos llenamos de ambición para luego no cumplir las expectativas; fue, en toda la palabra, una misión fallida.

No sé qué le debo a la vida o el karma que estoy pagando y sí, es absurdo que lo diga según mis creencias, todo por querer recargar la responsabilidad en algo, para sentir que no pude haber hecho todo peor; soy el perro a tus pies, si quieres, ámame.

¿Quieres que te diga la verdad? He pensado tantas veces en buscarte. Quiero realmente volver a caminar a tu lado, sentir tu esencia, compartir todo lo que nos ha pasado durante este tiempo y escapar junto a ti, muy lejos, irnos, desaparecer, seguir tu luz y evitar que se extinga. Solo quiero pedirte que no te vuelvas a ir, nunca más, por favor… realmente, si sentiste algo por mí, cumple con la promesa que nos hicimos: pasara lo que pasará, no nos íbamos a abandonar. Entiendo si ya tú me olvidaste y no sientes nada por mí, aunque solo quiero despedirme, guardar ese último recuerdo y desaparecer.

Ven, princesa, toma mi mano y observa que no todo está malo en mí. ¿De qué sirve verte si no te puedo tener? No sirve de nada expresar tanto, desearte tanto y demostrar de todas las formas posibles lo que siento… si no te puedo tener. Princesa, cuando te vi por primera vez, sentí que eras mi alma gemela, misma que iba a darle sentido a la vida, aunque no pensé que sería la misma que se la llevaría por completo.

Realmente, mi peor enemigo soy yo mismo. No te he ido a buscar pensando en todos los escenarios posibles en los que me rechazas, en los que ni siquiera aceptas una simple conversación, en el que, a pesar del extenso viaje, lo más cercano que termine recibiendo sea un puertazo en mi cara, y ahí diré: “lo merezco” porque soy idiota. Te digo que tiene sentido la ida; el regreso, no tanto. Quizás no piense en retornar. Puedo decidir retirarme para jamás volver; al menos ahí cumpliré mi misión y descansaré. Al fin, lo haré… fue suficiente. Tantas noches sin conciliar el sueño, tantos días sin apetito, sin ganas de trabajar, sin ganas de ponerme de pie y enfrentando esta basura de vida que lo único que hace es seguir poniéndome obstáculos en medio. Y no, “no soy un tipo tranquilo, ni chill de cojones”; soy un maldito mortal que quiso ser «normal» para ser rechazado una y otra vez: un villano de una historia mal contada.

He olvidado quién soy e imagino que tú no lo vas a recordar.

Image sacada de acá.

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