En algún momento de nuestra vida, vamos a escuchar este tipo de expresiones hacia nuestra persona. En mi caso, ya se ha vuelto una expresión cotidiana en la actualidad, misma por la cual me generó la iniciativa de redactar este escrito mientras realizaba una introspección y me surgían las siguientes dudas: ¿Realmente he cambiado? ¿Cuánto lo he hecho? y ¿Qué tan notable es? Cómo otras cuestiones poco relevantes.
Lo más triste de este asunto es que, mi novia (ex, mientras escribía esto terminamos), la misma de la que he dedicado anteriores artículos por las decaídas que hemos tenido, me planteaba esa cuestión una y otra vez, a lo que yo pensaba: “Realmente nunca me conoció”. Qué una persona con la que compartiste gran parte de tu tiempo, sean meses, horas, esa misma persona con la cual te abres por su papel de confidente a discutir toda tu vida, incluyendo tanto los lados mágicos como también los más oscuros, para que luego afirme desconocerte, automáticamente se convierte en un gran dilema ilógico que hace dudar completamente del razonamiento de dicha persona o, en su defecto, su madurez.
¿Realmente he cambiado?
Afirmar que no he cambiado sería mentir descaradamente. Nosotros, los humanos, andamos en constante cambio, en constante mejora. Todos los días para mí significan días de cambio, ¡un nuevo comenzar! Con la gran diferencia de que hay memoria de por medio, aunque en su mayor medida trato de solo recordar lo que me conviene, lo que me sirve me acompaña y lo que no lo desecho.
Podría incluso afirmar que no soy el mismo de unos minutos atrás, el cual padecía emociones totalmente contrarias a las actuales. Antes me sentía disgustado, frustrado, decepcionado, enojado; ahora, totalmente inspirado y motivado, mismo arranque que estoy utilizando para redactar esto. Aunque mi rompimiento de relación puede afectarme, trato de dejarlo en segundo plano, tal y como si de un proceso informático se tratase, hasta que puedo suprimirlo por completo de mi sistema. El caso es que sirve perfectamente de ejemplo, no soy el mismo.
¿Cuánto lo he hecho?
El cambio no es un proceso lineal, sino que se desarrolla en capas y momentos. A veces, estos cambios son sutiles y difíciles de percibir, mientras que en otras ocasiones, son evidentes y transformadores. La clave está en reconocer estos cambios, sin importar cuán pequeños o grandes sean, y celebrarlos como hitos en nuestro camino hacia la autenticidad y la felicidad.
¿Qué tan notable es?
La notableza de nuestro cambio radica en nuestra capacidad para reconocer y aceptar nuestras propias transformaciones. Este reconocimiento no solo nos permite valorar nuestro crecimiento personal, sino que también nos da la fuerza para continuar en nuestro camino hacia la mejora. La notableza de nuestro cambio también se refleja en cómo nos comportamos y en cómo interactuamos con los demás, mostrando una nueva forma de ser que refleja nuestra evolución interna.
Es importante recordar que, aunque nuestro cambio personal sea el foco principal, existen otras cuestiones que también pueden influir en nuestra vida. Estas pueden incluir desafíos profesionales, problemas de salud, o incluso cambios en nuestras relaciones personales. Aunque estos aspectos pueden parecer poco relevantes en comparación con nuestro crecimiento personal, todos forman parte de nuestra vida y pueden afectar nuestra forma de «crecer».
Gracias por leer; quedo atento a cualquier corrección.
Lo importante es crecer aprendiendo del pasado y sentirse bien con ello, aunque tenga que pasar un tiempo.
Tienes mucha razón Joselito, muchas gracias por la reflexión; saludos.